martes, 17 de junio de 2014

ROGELIO SINAN (MURAL DE DAVID VEGA)


Es Rogelio Sinán sin duda el panameño que mas  ha aportado, aunque no lo sepamos,  a nuestras vidas. Este presente, culturalmente hablando,  sería imposible sin enumerar los hechos de su vida y sus logros, conseguidos en una hoja de servicio incuestionable.
Aportó al país, bien se sabe,  como autor de más de una decena de títulos que expresan el pensar y el sentir de su época. Fue uno de los fundadores  del teatro panameño y, por si fuera poco, es el icono más importante de la dramaturgia dirigida a los niños. Sirvió  como docente,  diplomático, funcionario público, siempre en busca de la excelencia del servicio a su comunidad.
En este acto nos vuelve a convocar para que, no solo no le olvidemos,  sino para que dediquemos tiempo para recordarle. En ese ejercicio de memoria colectiva el maestro David Vega honra  su nombre al honrar al maestro en la tela que develaremos.
Al arte se llega por caminos imaginarios, por ventanas cerradas, por abismos viscerales.
En esta materia el que mira se deja decir lo que quiere sentir.  El artista en este caso, ha mirado por nosotros, que vendría a ser como mirar dos veces, el paso de Sinán por la vida terrenal: su ritual creativo y su afán por estrenar mundos, inventar universos desde una isla, isla mágica en fin de cuentas para celebrar la perseverancia del más grande escritor de nuestra tierra.
David Vega siente, mira y dice, en un lenguaje donde el color es una excusa para trazar las formas, arrancándole argumentos a la naturaleza humana.
En este caso hace un homenaje  a la humana rareza de un inventor de prodigios y ficciones;  un degustador de metáforas y cuentos…  De eso se hace el arte, es la lógica de lo humano y lo divino del absurdo.
Construyo una catedral o siembro un árbol que no voy a disfrutar plenamente, pero siembro el templo, construyo el árbol por fe, por convicción. Porque lo que hacemos en esta vida, en final de cuentas lo hacemos para los demás, lo hacemos para Dios.
El artista conoce de rutas, las encrucijadas, y cuando se percata de la desorientación del animal humano traza mapas inventa brújulas de inexactitudes, dibuja una rosa náutica traslucida como quien pone piedras para encontrar el camino de vuelta. Y el aquí  y el ahora es el tiempo para encontrarnos.

La tela quiere simbolizar de manera sencilla, porque sentida es la propuesta plástica, los referentes que signaron la vida del Maestro: su isla de las flores, cuyo terruño acunó sus primeras inquietudes, como lo expresa en su obra magna: La isla mágica.

La percepción de la imagen: el dolor de ver crecer, la alegría de creer, la agonía de querer, el deber de amar… cada flor quiere ser un guiñó a la ternura transfigurada en el atuendo  tradicional. La majestad de la patria desnuda y vuelta a vestir de un solo tris por el mago que bien la quiso. Quiere el mural de Vega entregar a esta generación  su visión de belleza, su visión de fe una obra de arte hecha desde el arte.

En la Universidad Tecnológica de Panamá se sabe bien que la ciencia y la tecnología deben estar al servicio de lo humano y que la cultura no riñe para nada con sus hallazgos.
Aquí estarán los referentes que fundamentaron la obra de Sinán: Bocaccio, Pirandelo,  Dante. También las alucinaciones, por no decir que los sueños, de un artista que nos quiere hacer soñar mas allá de las letras, mas allá de estas palabras…

En este mural el Panamá del futuro se podrá mirar en presente para honra y gloria de nuestra generación.

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