sábado, 22 de mayo de 2010

COMO NOVIA ANSIOSA

Me encantan las palabras, jugar con ellas, inventar nuevas, saborear el jugo y el sumo de cada una, tocarle las texturas, adivinarlas, romper los significados, mirarlas moverse como hormigas sobre la cuartilla. La poesía, lo he dicho muchas veces, es un juguete modular que siempre se está ahí esperando por esas fuerzas de la naturaleza que puede engendrar tanto “un niño” como un bajareque. Mi relación con la poesía me ha enseñado a ver más, a mirar más lejos, a mirar adentro, a mirar..

La Poesía es la Poesía. Es el recipiente en el que se deja servir, “lava o nieve”. Un poema, escrito para niños, lo disfrutan sin ningún problema los adultos, porque la infancia no es un tiempo que pasó; es un lugar donde regresar de vez en cuando. La poesía apela a la emoción. Te regala un desierto de lágrimas sedientas o un mar de espuma sonriente.

Nuestra literatura, aunque marcada por el “eje transversal” determinado por los antagonismos históricos con el Imperio, respira en constante transición. Lo más reciente pretende desprenderse del sesgo y se dirige, afortunadamente a indagar en nuevos temas. Si hubo un tiempo en que nuestras letras estuvieron “comprometidas” con los dolores de la patria, hoy por hoy se dedica a los malestares personales. No me espantaría para nada que en algún momento hubiera un nuevo estallido en Latinoamérica. La literatura panameña se me antoja una carga de profundidad.

Los festivales de poesía son un punto de referencia, una especie de cotejo entre los escritores; un darnos la oportunidad de ver nuevas luces en el horizonte. Es bueno verlos, compartir más allá de las referencias bibliográficas o de los pocos textos que se pudieran conocer de cada uno.

A todo el mundo le gusta la poesía. Ella ejerce fascinación en cada uno. Somos sus cómplices. Lo de los lectores escasos creo que tiene que ver con que muchos impíos vienen al templo con sus pecados sin lavar y se rasgan las vestiduras sin arrepentimiento verdadero. A pesar de ellos la poesía es redentora y sus apóstoles, más temprano que tarde llegan puntuales con buenas nuevas.

Creo que esa muchacha nos ayuda a no dejarnos vencer; nos enseña a no perder de vista lo humano y nos dice que, a la vuelta de la tecnología y la globalización y las guerras, va a estar allí, esperando como novia ansiosa.