martes, 26 de septiembre de 2017

TANGO DEL VIUDO BEODO


-fondo de facebook-

Se me ha muerto sin nacer
la mujer que me tenía.



























La mujer de mi vida se me ha muerto
matándome en la ruta a su final.
Agonice, con ella, todo el tiempo
que pasamos juntos, agonizando.

Me quería, pobrecita. -Estoy sentido-
a este mi ser que nunca mereció tanto,
a mí, que siempre la advirtió tan lejana
y perseguida por un rictus de desdén.

Se me ha muerto, se murió. –¡Mira que vaina!-
La muerte es un para siempre solapado,
que desgarra la certeza de un jamás
que habita  en el sueño de los  desvelados.


Aquí en una esquina del corazón
reposarán sus restos, inmortales,
porque me siento incapaz de soplar
al viento sus  cenizas veneradas.

  
Su deceso me ha causado tanto estrago,
tanto desconsuelo - y ni quien lo niegue-
que de seguro dolerá. -Morirse duele-
lloraré muchas
cervezas y unos cuantos tragos.

Tuvo bien merecida su vida -Sí-
bien merecido el amor que mereció.
Hoy es pelusa fermentada de olvido
polvo, pavesa, escoria lo que quedó.

Me pidió, por lo que más yo quisiera, Ella,
sin duda, que en su tumba dispusiera
las armas letales causantes de su huida:
un celular y una tablet. Y le he cumplido.

La mujer que me tenía
se me ha muerto sin nacer.

SAL DEL SOL

1
La selva es una ciudad 
que está viva está en todo tiempo; 
sin embargo la ciudad
es una selva de ruido, 
de  smog  y cemento.


2
Todo en esa selva canta,
–milagrosa canción viva- 
como un coro se levanta, 
pentagrama de la brisa
como música sabida.

3
naciendo en todo momento,
con paciencia la ternura:
barro, nido, madriguera,
erige sus monumentos.

4
La simpleza de los grillos,  
la compleja mariposa;
bichos de luz. ¡Cuánto brillo!
el milagro intermitente
del diseño de la rosa.

acercan lo que está lejos.
las lluvias, las estaciones,
como hojas de un cuaderno,
anunciando mil  y un cortejos.

5
Un murciélago de frac 
vestido para la fiesta 
que en la noche ofrecerá
y animoso animará
con el resto de su orquesta.


6
El ala se asoma oronda, 
resplandece la mañana.
La vida se torna fronda
verde y lila la hojarasca 
acuarela en la ventana.

Lo que repta y lo que vuela 
–razón, esperanza y rumbo- 
lo que nos nace y nos queda
-fulgor, semilla y susurro-
persistente cambia al mundo.


La sombra que nos cobija 
del árbol que no podamos 
es hermana, esposa, hija
vecina, compañera, amiga
del aire que respiramos.

El jardín es escenario
donde danza un picaflor,
galante don Juan que a diario
es responsable sin culpa
del rubor de cada flor.

Es el árbol la guitarra 
pulsada por carpinteros
piropeando a las palomas
sin perder la compostura
de galantes caballeros.

De los pájaros aprendo 
a soñar despierto el cielo,
de sus garras, el coraje
-fruto del trino el graznido-
para hacer valer mi sueño.

Si faltan no habrá más vida 
que valga, no habrá más flor
no habrá país, no habrá paisaje
y tampoco esta canción.

Poemas de antes

El Salvador
1
Me aprisiona esta hoguera
Los países encendidos
Los pueblos llagosos
Los hombres dispuestos
Abriéndose la voz
Para disparar.
2
Ahora los barcos
Deshojados en los puertos
Cruzan mares  pasan canales
Como los hijos abandonados
del cordón umbilical
 igual se desprende la gota de sangre
que desciende lenta
desde tu mejilla.

Museo del hombre
Cuando el hombre fue un error
Mordido en su raíz
Un derrotado suceso de la historia
Un cautivo retorcido por el fuego de sus celdas

Cuando el tiempo detuvo su vuelo súbito
Y se acostó a dormir en los museos
Entre sorprendidos hitos
Pródigas vasijas y alhajas de eras vencidas
Aquí se instaló el ardor y la añoranza
Para testificar que nuestros ancestros

También deshicieron cadenas y prisiones.

Canción para una guerra al acecho
Ahora que los peces han muerto de sed en los ríos
Y el mar no se escapa: corre –glauco orate-
De un lado al otro en su celda fatal de tierra y hambre…

Ahora que las bestias detienen su instinto
y su vertiginosidad y pueblan la vastedad
y las piedras la generosa flora de venas secas
y transparente muerte…

Ahora que las aves
suspenden su danza
y se volatizan sin alas ni graznidos

Ahora que los hombres truecan las manos por misiles anhelantes
En la eterna disputa por despedazar el mundo
Yo, violento animal escapo por la ventana abierta al solo

Armado de acto denuncia y palabra.