Mi Angel de la guardia, que es muy sabido, dice: Yo tenía un país, que guardaba mis
huellas y cabía bajo la sombra de la bandera. Ahora es un paisaje devastado por
el progreso y es de hierro y cemento el perfil de una ciudad que se ufana de
“pifiosa” y es “chichipati” al mismo
tiempo. Eso de desfigurarse o cambiarse de mascara es moneda de curso común por
estos días.
Me parece una maravilla el hecho, ya clavo pasado, de que se haya clausurado de
manera alevosa un programa cultural, más bien de promoción de la lectura. Cerrado, clausurado, defenestrado, arrojado
al vacío, amordazado, reprimida la palabra. Lo celebro y debería cantarlo, pero
como dice Vallejo: “Me sale espuma”. Un programa donde se habla de lectura, de
historia nacional, de política ciudadana... “flores tan bellas no pueden
durar”. Desde esas ondas se conoció lo mas granado de la creación
literaria reciente y además se hacía patria.
Ricardo con sus ríos y sus torres, se ha
pasado la vida enseñando cosas que todos los panameños debíamos saber para
merecer el gentilicio, pero no lo sabemos por lentos. Se ha empeñado en hacer
docencia, con total decencia y decoro. ¡Que son mil días de novedades culturosas
para una población que no bien termina
de acariciarse la mejilla estremecida, enrojecida cuando viene la otra
gaznatada!
Me alegra,
por otro grado de temperamento, que las autoridades de la cultura y el incontestable ministerio de educación
(valen las minúsculas), no haya expresado parecer. No quiero imaginar qué será
del país si siguen cerrando los pocos oxigenadores
culturales que quedan: en tv no hay, en diarios
son escasos y en radio… Ya pasó la ley
de cultura. Hubo un proyecto del libro y la lectura. Iniciativas ambiciosa rendidas
por asfixia y angurria.
Estoy tendenciosamente
feliz se ser parte de esa muchedumbre desalmada, que se alarma con las
individualidades cuando se tornan intolerables y peligrosas. No se trata de un
programa radial. Se habla de la miseria de país que quedará si se persiste,
únicamente, en tapizarlo todo con asfalto y cemento. Hay cosas que son
necesarias para no morir y la cultura es una de ellas. Me regodeo de que tengamos una oportunidad menos, los que somos más, y
no somos los mismos locos. Que nuestra locura es la del Quijote como preconiza
Ríos desde su torre del decir. Zarandajas.
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