martes, 17 de junio de 2014

RIOS TORRES Y EL TABANO

Mi Angel de la guardia, que es muy sabido,  dice: Yo tenía un país, que guardaba mis huellas y cabía bajo la sombra de la bandera. Ahora es un paisaje devastado por el progreso y es de hierro y cemento el perfil de una ciudad que se ufana de “pifiosa” y  es “chichipati” al mismo tiempo. Eso de desfigurarse o cambiarse de mascara es moneda de curso común por estos días.
Me parece una maravilla el hecho, ya clavo pasado, de que se haya clausurado de manera alevosa un programa cultural, más bien de promoción de la lectura.  Cerrado, clausurado, defenestrado, arrojado al vacío, amordazado, reprimida la palabra. Lo celebro y debería cantarlo, pero como dice Vallejo: “Me sale espuma”. Un programa donde se habla de lectura, de historia nacional, de política ciudadana... “flores tan bellas no pueden durar”. Desde esas ondas  se conoció lo mas granado de la creación literaria reciente y además se hacía patria.

Ricardo con sus ríos y sus torres, se ha pasado la vida enseñando cosas que todos los panameños debíamos saber para merecer el gentilicio, pero no lo sabemos por lentos. Se ha empeñado en hacer docencia, con total decencia y decoro. ¡Que son mil días de novedades culturosas para una población que no  bien termina de acariciarse la mejilla estremecida, enrojecida cuando viene la otra gaznatada!

Me alegra, por otro grado de temperamento, que las autoridades de la cultura  y el incontestable ministerio de educación (valen las minúsculas), no haya expresado parecer. No quiero imaginar qué será del país si siguen cerrando los pocos oxigenadores culturales que  quedan: en tv no hay, en diarios son escasos y en radio…  Ya pasó la ley de cultura. Hubo un proyecto del libro y la lectura. Iniciativas ambiciosa rendidas por asfixia y angurria.


Estoy tendenciosamente feliz se ser parte de esa muchedumbre desalmada, que se alarma con las individualidades cuando se tornan intolerables y peligrosas. No se trata de un programa radial. Se habla de la miseria de país que quedará si se persiste, únicamente, en tapizarlo todo con asfalto y cemento. Hay cosas que son necesarias para no morir y la cultura es una de ellas. Me regodeo de que tengamos una oportunidad menos, los que somos más, y no somos los mismos locos. Que nuestra locura es la del Quijote como preconiza Ríos desde su torre del decir. Zarandajas.

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