viernes, 16 de septiembre de 2016

Lo real maravilloso ocurre todos los dias

La literatura vino al mundo para hacernos la vida feliz, aunque algunos escritores  se empeñan a fondo para hacer todo lo contrario. A veces las anécdotas para contarnos como fueron concebidas las obras resultan mucho más interesantes que la obra misma. Igual, lo considero  un valor agregado.
Explorar sobre la intríngulis de la gestación de una novela, un cuentario, un poemario resulta delicioso, si el humor del autor  es humor del bueno. Aún cuando ese ejercicio de eutrapelia no esté reflejada en el producto final.
La narrativa panameña tiene mucho de lo que anoto. Algunos autores escriben desde su experiencia personal. La calidad de su producto dependerá de la riqueza de esa vida. Otros son unos oidores empedernidos y escriben eso que escucharon de pasada, subrepticiamente, por supuesto pasado por el tamiz del editor, el corrector de estilo,(el negro, el coach), quien le debe hacer las observaciones obvias para escapar del plagio.
Me gusta el autor que habla de conmover, de alegrar al lector. Me deleita más aquel que paga impuesto a los actores cotidiano, a la gente de por ahí, cuando reconoce que escuchó, vio y tomo prestado lo que cuenta, canta. Recuperar esa información o sucesos y hasta expresiones del habla popular es bueno,  de lo contrario, esa rica materia prima, se pierde.
Si el autor se expresa en espacios y atmósferas nacionales está contribuyendo de alguna manera a recuperar la memoria geográfica, arquitectónica, gastronómica, hasta lingüística de la ciudad.  Si el autor  se ha decidido por rescatar los pañuelos de la historia, esos retazos que no registra la historia oficial, porque a veces es mentirosa, por incompleta, yo seré su incondicional.
Ficcionar es irse lejos de la verdad, es pura invención. Pondré sobre la página un personaje (un protagonista) desnudo que construiré, lo alimentaré, crecerá, le daré palabras, canciones, historias y finalmente, ya vestido, me abandonará como a madre ciega. Le tocará cuidar su alma de narración en primera persona para no convertirse, por la ley de acción y reacción, en ser humano con un rol secundario.

Lo real maravilloso ocurre todos los días. Se debe tener  “la pupila absorta” para darse cuenta, si es que se quiere enriquecer el ejercicio narrativo. No se puede olvidar que un cuento, un poema, una humilde novela es, debes empeñarte en eso, una obra de arte. Si queremos entregar textos de trascendencia, debemos atender esa premisa.

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